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Sobrepeso e hipertensión: ¿Qué relación tienen?

El sobrepeso y la obesidad pueden provocar hipertensión. Descubre sus valores y la forma de controlarlos con dieta y actividad deportiva.

La hipertensión y el sobrepeso son dos enfermedades que afectan a las civilizaciones avanzadas de forma masiva. Su relación la vamos a ver en el siguiente post:

¿Qué son el sobrepeso y la obesidad?

Subida de la presión arterial por la grasa corporal
Reducción de peso, presión arterial e IMC
La importancia de la dieta para reducir la presión arterial
Relación entre actividad física y presión arterial

¿Qué son el sobrepeso y la obesidad y cómo afectan a la presión arterial?

El sobrepeso ocurre cuando el índice de masa corporal es igual o mayor a 25 kg/m2. Por su parte, la obesidad es cuando el índice de masa corporal es igual o superior a 30 kg/m2. Tanto la obesidad como el sobrepeso se consideran los factores ambientales desencadenantes más importantes de todos los implicados en la aparición de la hipertensión.

El exceso de grasa corporal contribuye a elevar la presión arterial desde la infancia. Se ha comprobado que por cada 10 kilos de peso ganados se produce un incremento de la tensión arterial de unos 2-3 mm Hg. El riesgo cardiovascular depende también de dónde se localice la grasa, siendo la ubicada a nivel abdominal la más peligrosa para la composición corporal. Además de causar hipertensión arterial, el sobrepeso y la obesidad, también predisponen a otras patologías como la diabetes y la hipercolesterolemia. Todo esto aumenta aún más el riesgo cardiovascular.

La hipertensión arterial, de la que hablamos en un artículo anterior del blog, tiene distintos grados:

Hipertensión leve: 140-159mmHg sistólica y 90-99mmHg diastólica
Hipertensión media-grave:160-179 mmHg sistólica y 100-109 mmHg diastólica
Hipertensión grave: >180mmHg sistólica y >110mmHg diastólica

El control del peso se considera el pilar principal del tratamiento no farmacológico de la hipertensión. Todos los pacientes con hipertensión y sobrepeso deberían iniciar un programa de reducción de peso de forma controlada e individualizada. El mismo debe suponer una restricción calórica y un aumento de la actividad física.

La bajada de peso, la presión arterial y el IMC están muy relacionados. La reducción de peso disminuye las cifras de tensión arterial y aumenta el efecto hipotensor del tratamiento farmacológico. Asimismo, puede reducir significativamente otros factores de riesgo cardiovascular asociados, como la diabetes y la hipercolesterolemia. En los pacientes hipertensos, la reducción y mantenimiento del peso ideal debe ser un objetivo primordial y, para ello, el médico debe recordar siempre el consejo dietético. Debe recomendar una reducción de peso de alrededor de 5 kilos. Las futuras reducciones vendrán en función de la respuesta obtenida y el peso del paciente. El objetivo debe ser llegar a un índice de masa corporal de alrededor de 25 kg/m2. También se perseguirá reducir el perímetro abdominal por debajo de 88 cm las mujeres y 102 cm los hombres.

Importancia de la dieta para reducir la hipertensión arterial

La reducción ponderal como medida para un mejor control no farmacológico de la tensión arterial se basará en la dieta y la actividad física. La dieta debe ser baja en sal. Se debe reducir el consumo de alcohol. Los alimentos que se deben comer más son los propios de la dieta mediterránea: frutas, verduras, hortalizas, cereales integrales, legumbres, lácteos desnatados, carne blanca, pescado azul, aceite de oliva y frutos secos. Se debe restringuir el consumo de grasas saturadas de origen animal y vegetal. Los estudios no han demostrado de manera fehaciente que la supresión del consumo de café mejore significativamente las cifres de tensión arterial.

¿Qué relación hay entre la actividad física y la presión arterial?

Se recomienda también una actividad física moderada adecuada a la edad. Las actividades aeróbicas (nadar, correr, caminar, ir en bicicleta, remar) es recomendable realizarlas durante unos 20 minutos. Se deben hacer de 3 a 5 veces por semana. La frecuencia cardiaca máxima (FCM) obtenida de restar la edad a 220 debe estar entre 60% y 90% de intensidad.

Además de las modificaciones de hábitos que han demostrado que mejoran las cifras de tensión arterial, en general siempre se debe instaurar a la vez un tratamiento farmacológico. De las múltiples opciones que existen será el médico el que elija la más adecuada para cada paciente. Se comenzará con un solo fármaco. Con el paso de los controles de tensión arterial, se añadirán más medicamentos. Las personas mayores de 40 años se deben hacer un control cada dos años. Si tienen cefaleas o mareos sin motivo, deben acudir a su médico

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